Si hay algo que nos inquieta y nos asusta con solo pensarlo es el hecho de que por un tropezón, un golpe de mar o un descuido, un tripulante caiga al agua. Ante esa sensación tan tremenda de angustia, ¿qué debemos hacer?
Como siempre la prevención es fundamental para minimizar el riesgo. Es la única manera de evitar llegar a situaciones extremas de las que nos lamentaremos y arrepentiremos toda la vida.
Lo primero que tenemos que hacer es gritar con voz firme: ¡hombre al agua!, indicando la banda por donde cayó, para que el resto de la tripulación se dé cuenta rápidamente y todos nos pongamos manos a la obra para recuperarlo cuanto antes.
Mientras el timonel pone el timón a la misma banda por donde ha caído el náufrago para separar la popa y la hélice del compañero caído, y después pone punto muerto en caso de navegar a motor, nosotros le haremos ver al náufrago que le hemos visto y haremos todo lo posible para rescatarle y se tranquilice.
Si navegamos a vela, nos aproaremos para parar el barco lo antes posible.
A continuación, sin perder un instante activaremos el MOB en el GPS o VHF e inmediatamente le lanzaremos el salvavidas circular y nombraremos a un tripulante para que oficie de vigía.
El aro salvavidas no solo le será útil para mantenerse a flote, sino que también nos servirá para no perderlo de vista en ningún momento.
Para llegar hasta él, comenzaremos a describir un círculo amplio de, aproximadamente, cinco esloras.
La aproximación al caído se debe hacer proa al viento, unos 0-50 grados.
Si tenemos escalera, la bajaremos y prepararemos un cabo para lanzarlo.
Una vez alcancemos al náufrago, le recogeremos por la popa banda de sotavento o por la popa, protegiéndole así de las olas y del viento.
Una vez en cubierta, es primordial secarlo, quitarle la ropa mojada y abrigarlo para que entre rápidamente en calor.
Si necesitamos ayuda para recuperarlo, realizaremos una llamada de urgencia PAN-PAN o una llamada de MAYDAY si lo perdemos de vista. O pulsaremos el botón de DISTRESS si tenemos radio con llamada selectiva digital (LSD).
En el mar, las imprudencias se pagan. La gente también se cae al agua con buen tiempo o navegando por la noche. La clave es la atención y la prevención.
Debemos andar con cuidado por la cubierta, especialmente por la noche. Es conveniente andar con las piernas bastante flexionadas para así poder corregir inmediatamente cualquier movimiento extraño del barco. Con el cuerpo inclinado hacia el centro del barco, para que en caso de caída o resbalón nos caigamos encima de la cubierta y no fuera del barco.
Siempre es buena costumbre desplazarnos con una mano cogida a algo del barco, sean pasamanos o soportes, pero nunca a los guardamancebos.
Por supuesto, extremar las precauciones en caso de mal tiempo.
Usar arnés en navegaciones en solitario, sean cuales sean las condiciones de mar y viento.
Y si somos nosotros los que nos hemos caído al agua, hay que recordar evitar nadar en la medida de lo posible para no cansarnos. Y en supuesto, en caso de que tengamos la suerte de llevar puesto el chaleco, adoptar una posición fetal cruzando brazos y piernas, tratando de mantener la cabeza fuera del agua.
Lo que no hay que hacer en caso de una situación de hombre al agua es: saltar al agua en su ayuda, perder de vista al náufrago y dudar o tardar en pedir ayuda.
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